AYUNTAMIENTO DE AZUQUECA DE HENARES

 El milagro de las abejas

Cortesía de Armando Beceiro (arbego)

Fue después de su muerte cuando San Juan de Ortega comenzó a hacerse célebre también por sus milagros. En poco tiempo se convirtió en auténtico patrono de mujeres que deseaban tener hijos o que le pedían un buen parto. Y corrió la voz por todo el territorio castellano de que era infalible en estos menesteres.

  Hasta tal punto se dio a conocer el éxito de sus intercesiones que la misma reina Isabel la Católica acudió al santuario cuando, estando embarazada del príncipe don Juan, su primer hijo varón, sintió temores por el buen final de aquella preñez y decidió que lo mejor sería ponerla en manos de tan eficaz patrono. Acudió, pues, a su tumba, una hermosa arqueta de piedra labrada que aún se encuentra a la vista de los peregrinos en la cripta de la iglesia, y oró devota y fervientemente ante ella, pidiéndole el favor que le solicitaba. Pero cuando hubo terminado insistió en contemplar el cuerpo del Santo, que no había sido objeto de mirada alguna desde que lo enterraron más de dos siglos antes. Los sacerdotes y monjes que acompañaban a la soberana de Castilla se mostraron reticentes ante la insistencia de doña Isabel, pero ella insistió. Así pues, levantaron la tapa de la tumba e inmediatamente salió de ella un numeroso enjambre de abejas blancas que comenzaron a revolotear por el techo de la cripta, hasta que, comprobada la presencia incorrupta del cuerpo santo, se cerró de nuevo la tapa y volvieron a meterse en su interior por un casi imperceptible agujero.

  Para todos los presentes y, por supuesto, de entonces en adelante, aquellas abejas fueron respetadas, porque se consideró que eran las almas de los no nacidos, que esperaban a que el Santo les concediera un destino para convertirse en mortales.

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